POSTERGANDO


¿Quién no conoce el refrán: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy?”.
Sencillo y fácil de entender y de aplicar, ¿verdad?...
Pues no debe ser tarea tan sencilla cuando una de las mayores preocupaciones de hoy en día es; “la gestión adecuada del tiempo”.

Tendemos a postergar (o procrastinar) especialmente aquellas tareas o actividades que nos resultan más tediosas que, en el caso de los trabajadores sociales, son las “tareas de despacho”.
No somos los trabajadores sociales muy amigos de este tipo de tareas más administrativas, y aunque en ocasiones podamos quejarnos de una excesiva burocratización del trabajo social, la gestión también forma parte importante de nuestras funciones.
Y aunque me gustaría conocer la estadística donde se recoja el tiempo empleado para realizar los interminables trámites que se exigen desde las administraciones públicas para la tramitación de cualquier tipo de ayuda; he de reconocer, que no siempre es una cuestión de tiempo sino de actitud.

 ¿Quién no se siente identificado con este gráfico?

Y es que tendemos a dejar para otro momento muchas de las tareas que menos nos gustan. Y cuando estas tareas están más relacionadas con la esfera familiar o personal, puede ocasionarnos conflictos; pero, ¿qué ocurre cuando postergamos en el entorno laboral?

Dejando de lado las posibles consecuencias laborales que pueden tener esta actitud si nuestros jefes son conscientes de las mismas; me gustaría centrarme en cómo la postergación puede afectarnos directamente como profesionales en la generación de estrés laboral.

Este puede llegar a ser mi propio ciclo de procrastinación, cuando he de rellenar una memoria tediosa, o realizar un informe que me genera mayor ansiedad por los dilemas éticos o personales que implica el mismo:
Sentada frente al ordenador, bloqueada en la primera frase… me doy cuenta que tengo sed, así que me levanto, bebo agua, voy a ver hacer una fotocopia, me vuelvo a sentar, recuerdo que tenía que cerrar una cita con la compañera. Ya que voy a su despacho, aprovecho para preguntarle cómo ha ido la última intervención, me pasan una llamada, cierro otra cita que de repente recuerdo que tenía pendiente, voy al aseo, me vuelvo a sentar, me doy cuenta que necesito imprimir un informe, no tengo toner en la impresora, voy a pedirle a la compañera, hago un pedido de toner, mi compañera recuerda algo importante de otro caso, me siento anotarlo, concertamos una cita con la familia, vuelvo a la mesa, suena el teléfono… Y al final, decido que es mejor dejar ese informe o memoria para el día siguiente, en el cual quizás pueda estar más concentrada...

Pero tal vez más tarde, o al día siguiente vuelvan a ocurrir imprevistos que retrasen la realización de los mismos. Así que llega un momento en el que soy consciente de que un papeleo que no tenía que ser urgente, ha pasado a serlo por el retraso que yo misma he generado en su realización.
No es que haya estado cruzada de brazos todo ese tiempo, pero sí he postergado una actividad que de entrada no me era muy atractiva.
¿Y qué ocurre? Pues que comienzo a sentirme estresada, angustiada porque soy consciente de que debo sacar tiempo para hacer esas tareas atrasadas.
Es posible incluso que se hayan acumulado, y tu bandeja de trámites pendientes esté llena…
Y aunque no seamos del todo conscientes, especialmente en el inicio, el proceso de postergación nos supone un importante desgaste personal, pues a la larga; nos genera emociones negativas como la angustia, la culpa, la frustración, el aumento del estrés laboral, e incluso la percepción negativa de nuestra capacidad para una adecuada y eficaz gestión del tiempo, llegando incluso a afectarnos a nuestra vida personal al tener que dedicar tiempo fuera de nuestro horario laboral para realizar las tareas pendientes.
           ¿Qué podemos hacer para evitar llegar a esta situación?

Mi principal consejo contra la procrastinación, es que te marques períodos de tiempo diarios para la realización de las tareas que tiendes a postergar.
Es importante que te dejes ese espacio libre en tu agenda, y que intentes cumplirlos con el mayor aislamiento posible. Han de ser períodos de tiempo realistas y fácilmente asumibles.
Si no acabas la tarea propuesta, al menos habrás avanzado en la misma y podrás acabarla al día siguiente.
Y por supuesto; antes de empezar bebe agua y ves al baño!😊

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