¡FELIZ DÍA DEL TRABAJO SOCIAL!
En
un día tan especial para las Trabajadoras y Trabajadores Sociales, yo también
quiero aprovechar esta pequeña ventanita al mundo para felicitarnos por la labor
que realizamos, y hacer mi pequeño reconocimiento a esta bonita profesión.
Aunque
es un reconocimiento a todas y todos los profesionales, independientemente del
ámbito donde desarrollen la profesión; hoy especialmente quiero reconocer la
labor de las y los Trabajadores Sociales de Base en el ámbito rural.
Hace
pocos días que Jordi Évole emitía un interesante programa de Salvados sobre la
despoblación en las zonas rurales, en el que podíamos ver profesionales
sanitarios y de educación que desarrollaban una importante labor para la subsistencia de estos
entornos, pero en el que se echaba de menos el
reconocimiento a su vez a los profesionales del trabajo social y de servicios
sociales que también contribuyen al mantenimiento y desarrollo de los mismos.
Desde
mi punto de vista y mi experiencia profesional, los Trabajadores Sociales
tenemos mucho que decir y mucho por hacer contra la despoblación de las zonas
rurales y el desarrollo de los pequeños municipios; especialmente en regiones
como Castilla-La Mancha, donde el 71% de los municipios tienen menos de 1.000
habitantes.
Mi
experiencia profesional a lo largo de estos últimos diez años se ha
desarrollado en una zona rural especialmente despoblada de Castilla-La Mancha,
donde llego a atender municipios con menos de 20 habitantes empadronados, de
los cuales ni la mitad residen durante todo el año.
Durante
las duras épocas de invierno, tan solo los profesionales sanitarios y los
Trabajadores Sociales somos el nexo que favorece el mantenimiento de estos
pueblos, trabajando por asegurar unas
condiciones mínimas de bienestar que permitan la permanencia de la población,
evitando tener que colgar el cartel de “pueblo
cerrado”.
Muchos días, parte de mi trabajo consiste en pasar un rato tomando
un café calentito en casa de Cándido y Aurora, o de Úrsula y Atanasio (o de
tantos otros adorables vecinos), escuchando interesantes historias que les
ayudan a mantenerse vivos y a olvidar por un rato su propio proceso de
envejecimiento, y el sentimiento de soledad que inunda las calles de los
pueblos que en otras épocas llenaban chiquillos y labradores.
Y
he de decir que me siento profundamente afortunada de poder vivir esos
momentos, y de ver en sus ojos la esperanza de poder transmitir sus historias y
sus recuerdos para que no desaparezca todo lo que han vivido y por lo que tanto
han trabajado.
Han
sido años de trabajo por mantener los recursos existentes, por recordar a
las instituciones la importancia de invertir y promover acciones de desarrollo
en todos los municipios de la región, no solo en las capitales, o en las zonas
con interés estratégico. Años de visibilizar las necesidades del entorno rural,
trabajando contra la despoblación, atrayendo a nuevas familias y reinventando
recursos y ayudas sociales para favorecer que permanecieran las que ya vivían
allí. Años de pelear por el desarrollo de la famosa Ley de Dependencia, y porque
sus recursos llegaran hasta el último rincón de la región; y años de llorar
cada vez que otro vecino tenía que abandonar su casa antes de que llegaran
las ayudas prometidas que hubieran favorecido la permanencia en su hogar.
Mi
reconocimiento a todas las compañeras y compañeros que cada día trabajan con
tantas y tantas familias que, a pesar de contar con un mayor soporte social y
familiar que en los entornos urbanos; no cuentan con ingresos económicos
suficientes ni posibilidades de acceder a empleos normalizados; pero que
gracias a la ilusión y la pelea de los profesionales, consiguen desarrollar sus
propios proyectos de vida y sacar adelante a sus familias, apostando por su
vida en el pueblo.
Profesionales
que andan corriendo de un pueblo a otro, maletón lleno de solicitudes de ayudas
en mano, con escasos recursos de apoyo para la intervención, pasando frío en
los despachos sin calefacción e incluso atendiendo en los propios coches porque
no hay despacho para la trabajadora social… Pero a pesar de las dificultades, y
de los momentos de sobrecarga y de frustración; profesionales que nos enriquecemos
con cada persona con la que interactuamos y que aprendemos cada día a trabajar
en red con profesionales de la salud, de los pequeños centros educativos, con
los alcaldes, con los presidentes de las asociaciones de mayores y jóvenes, con
la guardia civil, y con todo aquel que quiera colaborar para resolver las
dificultades de sus vecinos y sacar adelante proyectos de intervención
comunitaria que repercutan directamente en toda la población y que ayuden a
mantener vivos los pueblos.
Hoy
que celebramos nuestro día bajo el lema; “Promoviendo comunidades y entornos
sostenibles”, vaya mi felicitación para los profesionales que tanto luchamos y
trabajamos por visualizar las necesidades de los pequeños municipios y el
derecho a la protección social y el acceso a los recursos públicos de toda la
ciudadanía, viva donde viva.
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