MATERNIDAD, CONCILIACIÓN E IGUALDAD- Parte 1



Hace meses que no publico nada en el blog, y por ello me veo en la responsabilidad y el compromiso de iniciar esta entrada pidiendo mis más sinceras disculpas.

Hace meses que las ideas se agolpan en la cabeza y desesperadamente busco el tiempo y el espacio para poder sentarme y escribir. Pero hace meses que lo que menos tengo es precisamente eso; tiempo y espacio.

Hace algo más de 1 año que nacieron mis hijos. En abril de 2017 venían al mundo mis mellizos y desde entonces el tiempo y el espacio han pasado a ser literalmente “relativos”.

Por suerte, tengo la impresión de que últimamente comienza a generarse una corriente de mujeres que por fin hablamos abiertamente de la maternidad, con sus luces y sus sombras, y sin miedo a los perjuicios.

He de reconocer que soy fan incondicional del Club de  "Malas Madres" y su movimiento #yonorenuncio, incluso antes de mi propia maternidad.

 Reflexionar sobre la maternidad y su interrupción en la vida profesional es claramente un tema femenino. Tristemente continúa siendo principalmente una cuestión femenina.
Por suerte, cada vez más me alegra compartir con más mujeres la afirmación de que: “Además de ser madre soy persona, mujer y profesional”.
 
Es esperanzador escuchar cada vez más el debate entre parejas y en la sociedad en general sobre la corresponsabilidad, pero desde mi punto de vista queda mucho por avanzar al respecto.

En mi caso, mi debate personal comenzó a las pocas semanas de embarazo. Un embarazo múltiple, de riesgo que me paralizó totalmente y me obligó a permanecer en casa teniendo que renunciar a mi esfera laboral. Es cierto que el malestar físico impedía el desarrollar una actividad laboral normal en mi caso, pero he de reconocer que desde el principio me sentí totalmente desanimada con la idea de tener que paralizar mi vida e incluso tener que asumir que algunas oportunidades profesionales pasarían de largo.
 
Para mí lo más triste es que estos miedos y desánimos no siempre se pueden compartir, pues aún hay mucha gente (mujeres especialmente) que andan por ahí muy confundidas y si se te ocurre hablar esto en voz alta, no tardan en recordarte que se trata de una decisión personal, que nadie te ha obligado a dar el paso, que ya sabías a lo que te exponías... y todo ello mientras te lanzan una mirada incriminatoria que sin duda te hacer sentir mala madre y peor persona.
Lo bueno, es que he repetido tantas veces esta conversación y me he enfrentado tanto a esa mirada, que sinceramente ya me la resopla...
Soy madre y adoro a mis hijos. Los quería antes de nacer, por supuesto. Pero por encima de todo soy persona y soy mujer. Por encima de mis hijos, sigo siendo Carolina Jiménez Muñoz.
  
Para mí es importante que mis hijos entiendan qué significa una igualdad real y efectiva, y por eso entiendo que quien mejor se lo puede explicar son sus padres con un mensaje vivo y en directo.
Si me encanta la idea de tener dos hijos varones, es porque puedo educarlos en el respeto a la igualdad, la corresponsabilidad y el feminismo.
Desde mi punto de vista, es el gran paso que queda por dar. A las mujeres ya nos educaron para ser luchadoras, para querernos, para sentirnos en igualdad de condiciones, para cuidarnos y respetarnos. Es hora de educar a otro tipo de hombre.

En casa apostamos por la corresponsabilidad desde el minuto cero. El padre de las criaturas se descubrió como un gran padre con fabulosas potencialidades en la cuestión de la crianza. Por el contrario, yo he tenido que enfrentarme al descubrimiento total de la maternidad poniendo mucho énfasis en el aprendizaje, pero con pocas capacidades innatas.
Cierto es que existe un instinto muy primitivo en la mujer para ocuparse de la crianza, y entender (más bien intuir) las necesidades de tus hijos.
No obstante, desde el minuto cero, el empeño ha sido que nuestros hijos desarrollen un apego fuerte y seguro con ambos progenitores. Por ello soy una fiel defensora del biberón.
Soy defensora del biberón, porque si queremos lograr una corresponsabilidad real, es necesario que el padre desde el primer minuto de vida esté implicado en la crianza. Forme parte de la misma. Genere el mismo vínculo con sus hijos que la madre. Participe de la experiencia y asuma su responsabilidad

Entiendo que mi postura sea muy criticable (llevo meses enfrentándome a muchas críticas por esta afirmación); pero sinceramente opino que el pecho esclaviza. La teta a demanda es esclavizante para la mujer.
Entiendo que muchas mujeres no lo vivan así y no lo compartan. Pero veo imprescindible visibilizar una triste realidad en la que muchas madres se encuentran atrapadas en una lactancia en la que no sienten ni que sus hijos ni ellas mismas estén siendo felices. Mujeres que llegan a sufrir depresiones y que vivencian la lactancia como una de las peores experiencias de su vida, mientras deben enfrentarse al cuestionamiento constante de familiares, personal sanitario y amigas.

Insisto en que por suerte esta tendencia a mantener esta situación en silencio está cambiando y muestra de ello por ejemplo es  el libro de Beatriz Gimeno; ‘La lactancia materna: política e identidad’, en el que la autora cuestiona los movimientos pro-lactancia, defendiendo que existe una ideología a la que denomina "la maternidad intensiva", que  responsabiliza en exclusiva a las madres de la salud de los bebés, mientras los Estados recortan en salud pediátrica y tienen cada vez a más mujeres en niveles de exclusión social y pobreza. Porque no podemos obviar que si la mujer ha de volver a ocupar gran parte de su día (y su noche) en ocuparse de la lactancia, es muy probable que finalmente opte por renunciar temporalmente a su vida laboral, dependiendo económicamente de su pareja; o en el mejor o peor de los casos, intentando conciliar vida familiar y profesional, y sufriendo  las secuelas de ambas... pero de conciliación y su impacto en la vida profesional hablaré en el próximo post.
 
Por último, añadiría el riesgo que se corre al promover mensajes tan equivocados como que la lactancia materna favorece la creación del vínculo materno-filial y la creación de un apego seguro para el bebe.
Como profesionales, tenemos que defender abiertamente que el vínculo materno filial no se genera por la lactancia materna: ¿Por el contrario qué sería de todos los niños en acogimiento o en adopción, entre otros? ¿Y de esa generación que se crió en el boom del biberón?

Como feministas y trabajadoras sociales, hemos de analizar el impacto real sobre la mujer que están teniendo estas teorías y movimientos en los que se ensalza un sólo tipo de crianza, responsabilizando exclusivamente a la mujer sobre el bienestar de los hijos en esta primera etapa, limitando a su vez la autonomía de la propia mujer.
Como mujeres y trabajadoras sociales, hemos de analizar el impacto de la lactancia materna prolongada sobre la corresponsabilidad paternal que por otro lado intentamos promover.
 

Comentarios

  1. Muchísimas Felicidades por tú blog, comparto muchas cosas contigo. Yo tb soy madre de dos varones y TS de AP. Estoy contigo en la caza de brujas por defender la práctica del biberón. Hoy mi hijo mayor tiene 17 y puedo decir muy orgullosa q no hay diferencia en la crianza ejercida tanto por su padre como por mi.

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    1. Muchas gracias Eva. Es importante que visibilicemos todas las realidades. La maternidad múltiple es muy bonita pero muy dura y se complica por la falta de información, y apoyo a la madre. la implicación de ambos progenitores es imprescindible y uno de los mejores ejemplos para el resto de familias. Un saludo

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  2. Me ha encantado leer tus vslientes palabras. Consideró,efectivamente,que tenimps que tratar estos temas abiertamente. Sin tabúes. Precisamente será desde la visión femenina como alcanxcemid el desarrollo social y la verdadera conciliación. Lejos de renuncias de ningún tipo. No se trata de biberon o lactancia materna. La paridad es el acceso igualitario desde cualquiera que sea tu opción y situación.

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